Gines Liebana prepara una exposición para Villa del Río

Gines liebana, el genio alegre
 
17/02/2011 ROSA Luque

 
Tiene la Medalla de Oro de las Bellas Artes, desde el pasado año el título de Hijo Adoptivo de Córdoba, y el 28 de febrero le impondrán la Medalla de Andalucía, noticia que Ginés Liébana recibió en su casa de Madrid muerto de risa, que es la manera en que este místico jocoso ("electrodomístico", corrige) quita hierro a los vaivenes de la existencia. Pero, además de reconocimientos --tan merecidos como tardíos, pues aunque suba los escalones a pares va para los 90 años--, Liébana tiene el mérito de haberse sobrevivido a sí mismo y a toda una época, aquella en que una Córdoba gris de postguerra dio al mundo hombres de letras y pincel que la hicieron saltar sobre su sombra. Ha sobrevivido a esa época, la de Cántico (como Pablo García Baena, su alma complementaria, el yin y el yang) y a muchas que vinieron después, en las que intentó vencer el desarraigo y "la tiranía de los tristes", como él dice refiriéndose a los abstractos que lo ignoraron, con exquisitos viajes al extranjero, amoríos cosmopolitas y bohemia madrileña. Unas extravagancias que Ginés Liébana se tomó muy en serio --dentro de lo que cabe en quien siempre pensó que el arte es puro divertimento-- y que le sirvieron para nutrir una pintura exuberante, barroca e irónica como él mismo, y en los últimos años, una escritura incontinente y desgarradamente humorística, que te sorprende con su loca genialidad y te descoloca. Como él mismo. Y es que para este dandi de chaleco y jazmines en la solapa, último romántico de la "pena fina cordobesa" cuando lo exige el guión, todo lo que no sea echar un pulso a la vida es puro aburrimiento. Y así anda, letraherido impenitente y preparando una exposición en Villa del Río para el 11 de Marzo, mano a mano con el mismísimo Dalí. Ajeno al tiempo y con la risa prendida en el ojal.